01 Abr HORNO-PASTELERÍA MONTANER
Si durante este puente festivo tenéis la oportunidad de dar un paseo por el Barrio del Carmen, el casco antiguo de la ciudad, no podéis dejar de entrar en uno de los establecimientos más antiguos y sorprendentes del mismo. Y pedir una mona de Pascua, por supuesto.
En uno de los barrios más emblemáticos de Valencia, tras una de las dos puertas fortificadas de la muralla mediaval de Valencia, las Torres de Serrano, se encuentra un horno centenario que continúa la tradición y el oficio artesanal de 3 generaciones, el horno-pastelería Montaner.
Sus fundadores fueron Enrique Montaner Benlloch y Dolores Agustí Benavent, en 1932. Oficio que, más tarde continuaría su hijo, Vicente Montaner, padre del dueño actual y, durante muchos años presidente del Gremio de Panaderos y Pasteleros de Valencia. Actualmente, al frente, se encuentran Vicente Montaner Llabata y su esposa Consuelo García Barbeta, a quién encontraréis nada más cruzar las puertas de este rincón histórico tan especial.
Una de las peculiaridades, a nivel arquitectónico, es que una de las paredes del horno exhibe un tramo de la muralla musulmana, visible desde fuera y desde dentro del establecimiento.
Una vez dentro podemos encontrarnos un lienzo con una exposición fotográfica sobre la riada del 14 de octubre de 1957, que afectó a toda la ciudad. Y, por supuesto, la extensa vitrina con los magníficos productos que siguen produciendo con mimo y de forma artesanal.
¿Y qué pedir una vez estemos allí? Os puedo asegurar que pidáis lo que pidáis no os arrepentiréis. ¿Qué os recomendamos? Sin duda, la tarta de manzana (típicamente distinta y especial a todas las que hayáis probado), los curasanes, el pan quemao, tan nuestro y que, además, ellos producen durante todo el año, las empanadillas… y, por supuesto, cualquiera de sus tartas, que son una explosión de color y sabor (si tienes una celebración no dudes en pedir la de chocolate, nata y yema tostada, no dejará indiferente).
Y es que, alrededor de nosotros, sin irnos muy lejos, y dejando por un momento las compras desde el ordenador, siguen existiendo pequeños comercios que trabajan de forma tradicional, con las costumbres, el buen hacer y la materia prima que ha pasado de generación en generación, de abuelos a padres e hijos y que, nada más cruzas la puerta te atienden con una sonrisa y todo el cariño y empeño del mundo… el mismo que le ponen a sus productos. No dejéis de ir.
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